Capítulo 234
Marcos sonrió y dijo: La señora Díaz parece muy joven, debe ser una persona muy pegajosa, ¿ será que el presidente Alberto podrá soportarlo?
Tener una esposa joven y consentida depende de si el hombre es capaz de aguantarla.
Alberto miró hacia afuera, donde estaba Raquel. No lo sabía, aún no habían llegado tan lejos, y no sabía si sería capaz de soportarla.
Ding.
En ese momento, Raquel envió otro mensaje por WhatsApp.
Alberto lo abrió, y Raquel escribió: -Presidente Alberto, ¿será que puedes o no? Si no puedes,
me voy.
¡Maldita sea!
Alberto maldijo en su mente, ¿cómo se supone que iba a trabajar con ella en ese estado?
Afueras, Raquel, que acababa de ganar una partida, estaba de buen humor. Sabía que Alberto no dejaría su trabajo para buscarla. Bebió un sorbo de café y se levantó para irse.
En el siguiente segundo, una voz grave y profunda la interrumpió: —¿A dónde vas?
Esa voz…
Raquel se giró y vio que la puerta del salón de reuniones se había abierto. Alberto salió de allí.
¿Realmente salió?
Alberto, con sus largas piernas, caminó rápidamente hasta ella. -Vamos.
Raquel, confundida, preguntó: —¿A… a dónde?
Alberto extendió su mano y la tomó, sujetando su pequeña mano suave como si no tuviera huesos. La apretó ligeramente, y le respondió: -Donde quieras, vamos donde tú quieras.
Raquel, molesta, guardó silencio.
La mente de Raquel explotó, “¡Dios mío!“, ¿acaso se le fue de las manos? Ella solo lo estaba jugando, ¿pero ahora qué?
¡Esto es una locura!
En ese momento, Marcos salió y se dirigió a Alberto en francés: -Presidente Alberto, ¿no vas a presentarnos?
Capitulo 234
Raquel miró a Alberto.
Alberto la miró con desdén. -¿Qué miras? ¿No eres muy buena jugando? ¿No entiendes francés?
Estaba burlándose cruelmente de ella.
Raquel levantó una ceja, sus ojos claros se posaron sobre Marcos y dijo: -Hola, un gusto conocerte, soy Raquel.
Raquel habló en francés, con una voz clara y un acento perfectamente pronunciado.
Alberto se quedó paralizado. ¿Ella habla francés?
No se lo esperaba. Raquel hablaba francés… y lo hacía muy bien.
Marcos también se sorprendió gratamente: –Señora Díaz, ¿hablas francés? No me sorprende, una mujer capaz de casarse con el presidente Alberto debe ser extraordinaria.
Raquel dirigió su mirada hacia el rostro arrogante de Alberto y, sonriendo con gracia, dijo: Él… es muy arrogante, pensó que no sabía francés.
Marcos miró a Alberto y comentó: -Presidente Alberto, parece que la señora Díaz tiene muchas sorpresas preparadas para ti, tendrás que descubrirlas poco a poco.
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