Capítulo 258
Ana estaba sentada en el sofá de la sala, con el celular móvil en la mano, marcando una y otra vez el número de Alberto.
Ya era tarde en la noche y le había pedido a Alberto que viniera a acompañarla.
Estaba segura de que él acudiría, porque siempre que lo llamaba, él volaba hasta donde ella estuviera.
Esa tal Raquel ni siquiera era una competencia para ella.
Pero el dia de hoy era diferente; por mucho que esperaba, no conseguía que Alberto atendiera su llamada.
Estaba impaciente, así que siguió marcando su número una y otra vez.
Sin embargo, lo único que escuchaba al otro lado era una fría y mecánica voz femenina: -Lo siento, el número al que llama no está disponible en este momento, por favor intente más tarde o deje su mensaje después del tono.
Alberto no contestaba.
¡Pum!
Ana lanzó el celular con rabia, y su rostro, tan delicado y hermoso, se distorsionó por la rabia.
-Anita, no te enojes por favor, tu corazón no está bien para aguantar sobresaltos,-dijo María, intentando calmarla.
Ana empujó a María con fuerza. -¿Cómo quieres que no me enoje? Esa Nahia es una completa boba. Pensé que con el truco de fingir un embarazo sería suficiente. Planeábamos organizar una trampa para que el hijo de Nahia muriera a manos de Raquel, y ella quedara arruinada para siempre. Pero Nahia es completamente inútil.
-Ahora Alberto ya sabe que la mujer de esa noche era Raquel. Seguro que fue a buscarla, está con Raquel.
Ana temía profundamente que Alberto descubriera la verdad de esa noche, pero sus temores se hicieron realidad. Él ya lo sabía.
Durante los años que llevaba con Alberto, nunca habían tenido relaciones. Raquel había sido su primera mujer.
Se dice que los hombres nunca olvidan a su primera mujer, y ese pensamiento la aterraba.
El rostro de María también se oscureció, ¿quién habría pensado que la fuerza de lucha de Nahia sería tan débil?
Capitulo 259
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Ahora Alberto estaba con Raquel, y era la primera vez que no estaba con Ana.
Eso era una señal muy peligrosa para ella.
-Mamá, estoy realmente aterrada. ¿Crees que Alberto descubrirá la verdad sobre lo que ocurrió en la cueva? ¿Crees que se enterará de que yo no soy esa chica, que Raquel siempre fue su verdadera mujer?
María palideció. —¡Cállate, Anita!
Ana se quedó en silencio y rápidamente se tapó la boca con la mano.
Afortunadamente, estaba en su propia casa; no había nadie que pudiera oírla.
Este secreto debía quedarse guardado en su corazón para siempre.
-Anita, no vuelvas a decir algo como eso. Si Alberto llega a descubrirlo, no solo tú, ¡toda la familia Pérez estará perdida!
Ese hombre, Alberto, si descubre la verdad, las consecuencias serían terribles.
No se puede dejar que lo descubra.
Ana se desplomó en el sofá. -Mamá, no debimos haber dejado que Raquel se casara en lugar de mí, no debimos haber permitido que llegara a la vida de Alberto.
-Raquel es solo una muchacha venida del campo, sin educación ni trabajo. Pensé que el presidente Alberto nunca se fijaría en ella, pero quién iba a imaginar que su deseosa mirada divergeria lentamente hacia ella.
María y Ana nunca pensaron que Raquel podría ser una amenaza, nunca la consideraron una
rival.
Pero tal vez el destino ya estaba escrito, y Raquel terminó acercándose a Alberto, quien, a pesar de todo, se sintió atraído por ella.
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