El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 316

Capítulo 316

El personal hizo un gesto con la mano, y un grupo de guardias de seguridad corrió de inmediato, expulsando sin contemplaciones a doña Sara, Ana, Rosa, María y Patricia.

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Doña Sara casi se cae al ser echada. Ana y Rosa, una a cada lado, la sostuvieron con rapidez. Abuela, estás bien?

Doña Sara apartó bruscamente a Ana y Rosa, y con una mirada helada las reprendió: -¿Lo ven? ¡Raquel es una verdadera genio!

نے۔

Siempre había considerado a Ana y Rosa como las joyas de la familia Pérez, y jamás les había dicho una palabra dura. Pero ahora las regañaba sin piedad: -¿Saben cuánto esfuerzo invertí en ustedes? Desde niñas tuvieron tutores personalizados, cada paso fue allanado con dinero. ¿Y qué consiguieron? Apenas entrar a una universidad de prestigio. ¡Pero mírenla a ella! Raquel, enviada desde pequeña al campo, y aun así es una genio al nivel del presidente Alberto. ¡Qué vergüenza me dan!

Doña Sara se arrepentía profundamente, como si el arrepentimiento le carcomiera las entrañas. De verdad lamentaba haber roto la relación con Raquel.

Raquel era una genio; la gloria que podría haber traído a la familia Pérez era incalculable.

Ni juntas Ana y Rosa podían igualarla.

Los rostros de Ana y Rosa palidecieron. No se atrevieron a decir ni una palabra.

Recordaban todas las veces que insultaron a Raquel. A los ojos de ella, probablemente parecían payasos dando brincos.

En ese momento, María se acercó intentando intervenir: —Mamá…

-¡Cállate! —la interrumpió doña Sara con una mirada sombría—. ¡Tú eres la más inútil de todas!

María se quedó rígida. En ese instante, el odio que sentía hacia Raquel se apoderó de todo su ser. No lograba entender cómo esa niña que fue abandonada desde pequeña había terminado convirtiéndose en una genio.

—¡No quiero verlas más! ¡Todas me disgustan! -gritó doña Sara, y con un movimiento brusco de sus mangas, se dio la vuelta y se marchó.

-¡Mamá!

-¡Abuela!

Capitulo 316

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Rosa, María y Patricia corrieron tras ella.

Ana se quedó sola, inmóvil. Sus ojos, cargados de resentimiento y envidia, se clavaban en Raquel. Apretaba tanto la mandíbula que sus encías empezaron a sangrar.

¿Por qué tenía que ser Raquel?

¡Ella era la genio que estaba al lado de Alberto!

¿Se estaría arrepintiendo Alberto?

¿Quién no se sentiría atraído por alguien tan brillante y extraordinario? Hoy, de repente, él descubría que esa ama de casa que durante tres años solo giraba a su alrededor era, en realidad, una genio que podía estar a su mismo nivel. ¿Podría Alberto enamorarse de esta nueva Raquel?

Alberto no tuvo oportunidad de hablar de nuevo con Raquel, porque Camila llegó.

Camila se colocó a su lado, y comenzó a parlotear emocionada: -¿Raquelita, en serio eres una chica prodigiosa?

Raquel curvó los labios en una ligera sonrisa. -Absolutamente.

-¡Dios mío, Raquelita, te adoro! -La admiración de Camila por Raquel era tan desbordante como un río caudaloso.