Capítulo 339
Raquel levantó la cabeza y vio a Carlos.
Carlos, que había estado dormido profundamente, se despertó al escuchar el ruido. Inmediatamente se levantó de la cama y apartó a Raúl de encima de ella.
Raúl, cegado por el deseo, no esperaba un ataque por detrás. No pudo mantener el equilibrio y se estrelló contra la pared.
El rostro de Carlos estaba muy pálido, pero su expresión era fría. Miró a Raquel y le preguntó: -¿Estás bien?
Raquel negó con la cabeza. —Estoy bien.
Fue entonces cuando Carlos miró a Raúl, apretó los puños y dijo: —¡Maldito!
Raúl, molesto por la interrupción, también estaba furioso. Maldijo: -Si ustedes dos están aquí, es gracias a mí. Si no fuera por mí, tu pierna ya estaría hecha trizas. ¿Y ahora me van a maldecir?
—¿Qué pasa con que me lo agradezcan? Ella ya no es virgen, ya está casada. Estar con un hombre es dormir, estar con varios hombres también es dormir.
Raúl dijo esto de manera descarada.
Carlos estaba furioso, las venas de sus manos se marcaban al máximo. Corrió hacia él y le dio
un puñetazo.
Raúl, con la mirada feroz, lo enfrentó. Cuando Carlos se abalanzó sobre él, comenzó una pelea cuerpo a cuerpo entre los dos.
Raquel se levantó, su corazón palpitaba con miedo al ver la escena.
Carlos era experto en peleas, pero su pierna estaba gravemente herida y Raúl era mucho más grande y fuerte. Así que pronto Carlos se vio en desventaja.
Raúl, con rostro de furia, dijo: —Si se hubieran comportado, tal vez los habría dejado vivir, pero ahora que todo está roto, no tengo nada que ocultar. Ahora mismo te mataré, y a tu cuñada la tomaré aquí, convirtiéndola en mi esclava de diversión, jaja.
-En realidad, no quería salvarlos, pero tu cuñada es tan bonita que no pude resistirme. Parece que soy afortunado, ¿eh?
Mientras decía estas groserías, Raúl comenzó a apretar el cuello de Carlos, mostrando una expresión siniestra.
En ese momento, un fuerte “¡pum!” sonó cuando una silla fue lanzada desde atrás y golpeó
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con fuerza la cabeza de Raul.
Raúl se quedó inmóvil, y de su frente comenzaron a brotar dos líneas de sangre.
Se giró y vio a Raquel.
Raquel había atacado por sorpresa con la silla.
Raúl apretó los dientes y, sin pensarlo, sacó un cuchillo afilado de su cintura y se lanzó hacia Raquel. ¡Maldita, te estoy dando una oportunidad y no la aprovechas!
Raquel retrocedió rápidamente. No podía creer lo increíblemente fuerte que era Raúl; aún no estaba inconsciente.
Cuando Raúl levantó el cuchillo para apuñalarla, una figura se interpuso frente a Raquel.
Era Carlos,
Carlos se había puesto frente a ella.
Raquel abrió los ojos con sorpresa. Todos sabían lo mucho que Carlos la odiaba, pero en ese momento peligroso, él había dado su vida por protegerla.
-¡Carlos! -gritó Raquel.
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