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El CEO se Entera de Mis Mentiras novel Chapter 349

Capítulo 349

Raquel y Carlos estaban esperando a Alberto. Las personas de Alberto ya habían llegado, y el pueblo estaba completamente rodeado, por lo que podían irse con seguridad.

Sin embargo, esperaron y esperaron, pero Alberto no llegaba. No sabían qué había sucedido con él.

-¿Por qué Alberto aún no ha llegado?

En ese momento, la figura alta y atractiva de Alberto apareció. Finalmente había llegado.

-Alberto, ¿qué has estado haciendo todo este tiempo? -preguntó Carlos, curioso.

Alberto no respondió, solo se limpió las manos con un pañuelo.

Raquel vio que en sus manos había sangre.

El secretario Francisco se acercó y dijo: -Presidente Alberto, podemos regresar.

Alberto asintió, y el grupo abordó el yate para irse de allí.

-¡Alberto, snif!

Raquel escuchó el llanto. Se giró y vio a Azucena.

Azucena corría llorando hacia ellos, se quedó de pie en la orilla, mirando con nostalgia.

-Presidente Alberto, ¿acaso lastimaste el corazón de esa jovencita? Porque veo que ella tiene sentimientos sinceros por ti.

Alberto miró fríamente a Raquel. -Entonces, ¿quieres esta sinceridad para ti?

Raquel se quedó en silencio por un momento.

El grupo regresó a la Villa Santarena. Santiago y los demás ya estaban allí. Santiago miró a Raquel y le dijo: -Raquel, ¿estás bien? Nos asustaste mucho cuando desapareciste de repente.

Raquel negó con la cabeza. —Tranquilos, estoy bien.

-Raquel, ¿qué pasó? ¿Por qué desapareciste de la nada?

Antes de que Raquel pudiera responder, una figura delicada se lanzó hacia Alberto, cayendo directamente en sus brazos. -Alberto, finalmente han regresado, estaba tan preocupada.

Era Ana.

Ana llegó y se lanzó a los brazos de Alberto.

Capitulo 349

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Raquel miró a Ana, y Ana, segura de misma, la observaba desde los brazos de Alberto.

Raquel sabía que fue Ana quien incitó a Carlos para tratar de perjudicarla, pero no tenía pruebas, y el asunto involucraba a Carlos, lo que lo hacía difícil de aclarar. Por eso Ana se sentía

tan segura.

Raquel sonrió levemente. Estoy muy cansada, mejor vámonos.

-De acuerdo, primero descansamos, y por la noche tomamos el vuelo de regreso a Solarena.

Santiago miró a Alberto. -Alberto, nos vamos.

Alberto, ahora con Ana abrazándolo fuertemente, intentó apartarla, pero Ana lo abrazó con

más fuerza.

–La relación entre el presidente Alberto y la señorita Raquel parece ser muy buena.

Alberto miró a Raquel.

Raquel, con su rostro frío y sereno, no mostró ninguna emoción y no lo miró a él ni a Ana.

Vamos.

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