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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 104

Capítulo 104

-Está bien, Eugenia, ve a buscar a Pablo. Ese pequeño anda como si no tuviera quien lo cuide.

-Claro, señora, ahorita voy.

Eugenia se desató el delantal con un movimiento rápido y salió presurosa, dejando tras de el eco de sus pasos.

Esmeralda posó la taza de café sobre la mesa con un leve tintineo y se encaminó a su habitación. Deslizó las manos por el armario, eligiendo con cuidado su atuendo para la visita matutina que había planeado a la familia Santana. Sin embargo, Isaac, con su voz firme y cálida, le había pedido posponerlo para la cena, asegurándole que el día lo tenía ocupado. La hora actual, ese delicado equilibrio entre la luz del día y el susurro del atardecer, le parecía perfecta.

-¿A dónde vas? -Margarita la interceptó antes de que cruzara el umbral, su rostro endurecido por una desconfianza que arrugaba sus facciones.

Esmeralda, transformada por un toque sutil de elegancia, parecía irradiar una belleza serena. El vestido ceñido y el maquillaje discreto realzaban sus rasgos, y para Margarita, una mujer casada y madre luciendo así solo podía significar una cosa: un secreto inconfesable.

-Voy a salir un rato.

-¡Te estoy preguntando a dónde vas y qué vas a hacer! -insistió Margarita, alzando la voz.

-¿De verdad tengo que darte un itinerario? -replicó Esmeralda, con un dejo de sorna que no logró ocultar su fastidio.

Sin más, giró el picaporte y abandonó la casa, dejando tras de un remolino de aire fresco. Margarita, furiosa, intentó seguirla, pero una punzada en la pierna la hizo tambalearse. Con un gemido ahogado, se aferró al brazo de Jazmín, quien acudió presta a sostenerla.

-Esa Esmeraldaseguro está tramando algo masculló Margarita, entrecerrando los ojos-. Arreglada así de bien, ¿a quién piensa impresionar?

-¿Tía, usted cree que? —Jazmín dejó la pregunta en el aire, insinuante.

-Oye, ¿y si mandamos a alguien a seguirla? —propuso Jazmín, con un brillo astuto en la

mirada.

-¡Perfecto, hazlo! -ordenó Margarita, su voz cargada de determinación.

Esmeralda salió a la calle y detuvo un taxi con un gesto firme. Mientras el vehículo avanzaba entre el bullicio de la ciudad, sacó su celular y se sumergió en los documentos del proyecto que Manuel le había enviado. Las líneas de texto desfilaban ante sus ojos, pero una sensación inquietante la sacó de su ensimismamiento. Giró la cabeza con disimulo y confirmó sus sospechas: un Volkswagen gris la seguía demasiado de cerca.

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Capítulo 104

-Señor, ese carro de atrás, ¿desde cuándo nos viene siguiendo? -preguntó, manteniendo la calma.

-Es raro, ¿sabe? He girado en varias calles y sigue ahí. Hace rato casi nos pega cuando frené de repente -respondió el taxista, frunciendo el ceño.

El semblante de Esmeralda se ensombreció por un instante.

-Lléveme al centro comercial que está más adelante, por favor -indicó con voz firme.

-Claro, señora.

Sin perder tiempo, tecleó un mensaje rápido a Isaac, pidiéndole que enviara un coche por ella. No podía arriesgarse a que descubrieran su vínculo con los Santana; cualquier desliz podría desbaratar sus planes cuidadosamente trazados.

Justo entonces, su celular vibró con una llamada entrante.

-Señorita Loyola, los gemelos que encargó ya están listos. ¿Quiere que se los enviemos? -dijo una voz al otro lado de la línea.

Esmeralda parpadeó, recordando de pronto el regalo que había encargado para Isaac como muestra de gratitud.

-Sí, por favor. Le envío la dirección ahora mismo.

Pensó que sería mejor entregárselos en persona, así que compartió la dirección de la familia Espinosa, reservando el encuentro con Isaac para otro momento.

Sospechando que la vigilancia no cedería, Isaac decidió ir él mismo a buscarla. Cuando Esmeralda lo vio aguardándola en el estacionamiento del centro comercial, no pudo ocultar su

sorpresa.

-Señor Santana, ¿Qué hace aquí?

-No te preocupes, ya me encargué de todo. Nadie nos seguirá la tranquilizó él, con esa seguridad que siempre lograba disipar sus dudas.

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