Capítulo 53
Al escuchar las palabras del doctor, Margarita se quedó boquiabierta, con un destello de incredulidad en los ojos.
-¿Tan grave es? -preguntó, su voz temblando apenas por la sorpresa.
Valentín, a su lado, frunció el ceño, una sombra de disgusto cruzándole el rostro.
-Antes no era tan serio -dijo, su tono firme pero cargado de duda-. ¿No habrá algún error en los exámenes?
-El examen es preciso, de eso no hay duda -respondió el médico con calma, ajustándose las gafas con un movimiento pausado.
-¿Cómo puede ser? -insistió Margarita, desconcertada-. El medicamento que usaba antes
me aliviaba sin problema…
El doctor, atento, alzó una ceja y empujó sus gafas un poco más hacia el puente de la nariz.
-¿Ese medicamento de antes? ¿Cuál era su nombre?
Margarita negó con la cabeza, frunciendo los labios.
-No tiene nombre, es solo un parche. Espera, creo que tengo una foto…
Con dedos torpes, sacó el celular y rebuscó entre las imágenes hasta dar con la prueba. El doctor observó la fotografía y dejó escapar un chasquido suave con la lengua.
-Esto es un parche casero -afirmó, con un dejo de curiosidad-. ¿Acaso visitaste alguna
clínica alternativa?
-No, nada de eso -respondió Margarita, girando la mirada hacia Valentín-. Todos mis remedios los preparaba mi nuera. ¿Tú sabes de dónde los sacaba Esmeralda? A mí nunca me llevó a ninguna clínica.
Valentín apretó los labios hasta formar una línea tensa. ¿Cómo iba a saberlo? Recordaba vagamente las veces que Esmeralda le mencionaba esos detalles, pero él, absorto en el trabajo, le había pedido que no lo abrumara con nimiedades. Con el tiempo, las charlas se habían desvanecido como humo entre sus manos.
-Si no fue a una clínica -prosiguió el doctor-, lo más probable es que su nuera lo haya hecho ella misma. La medicina natural depende de un diagnóstico exacto; sin él, no hay forma de acertar con el tratamiento.
-¡Eso no puede ser! -replicó Margarita de inmediato, con un matiz de desprecio en la voz-. Esmeralda prepara tés de hierbas o comida saludable, ¿pero algo tan efectivo como ese parche? Imposible.
El doctor esbozó una sonrisa tímida, casi divertida.
-Le sugiero que hable con ella. Y, si le cuenta cómo lo hizo, ¿podría compartir la receta
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Capitulo 53
conmigo? Me intriga bastante.
-Lo intentaré -respondió Margarita, asintiendo con desgano. ¿Preguntarle a Esmeralda? Si ni siquiera contestaba sus mensajes desde que los bloqueó a todos…
Al salir del hospital, Valentín sostenía a Margarita con cuidado, guiándola paso a paso por el estacionamiento. Ella caminaba despacio, perdida en un murmullo que apenas se oía.
-¿De dónde sacó Esmeralda ese remedio? -decía para sí misma. Se fue sin avisar, sin dejarme ni una pista de sus medicinas…
-Mamá interrumpió Valentín, su voz baja pero firme-. ¿Estás segura de que Esmeralda no preparó esos parches?
-¡Claro que no! -respondió ella, casi ofendida-. ¿Cómo iba a saber hacer algo así?
Valentín guardó silencio. De pronto, un recuerdo lo atravesó como un relámpago: las veces que él y Pablo se habían curado de un resfriado o un dolor persistente con esos remedios caseros. Siempre funcionaban, rápidos y precisos, sin necesidad de pisar un hospital. ¿Y si Esmeralda, en efecto, tenía ese talento oculto?
La primera sesión de acupuntura para Úrsula no empezó con buen pie. Esmeralda apenas había desplegado su estuche de agujas, el metal brillando bajo la luz tenue del cuarto, cuando la puerta se abrió de golpe.
-¡Para de una vez! -gritó Lucrecia, irrumpiendo con el rostro encendido de furia.
Sin dudarlo, se lanzó hacia Esmeralda y le sujetó la mano con fuerza, deteniendo el movimiento de las agujas. Esmeralda frunció el ceño y alzó la vista, serena pero con un destello de
irritación.
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