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La Falsa Muerte de la Esposa novel Chapter 68

Capítulo 68

Esmeralda paseó la mirada con asombro por la sala, donde cada rincón parecía haber cobrado vida. Los empleados, con manos expertas, habían dispuesto una variedad deslumbrante: desde muebles de líneas elegantes hasta utensilios de cocina que brillaban con un fulgor casi irreal.

-Señorita, buenos días -dijo uno de ellos con cortesía impecable-. Le traemos la nueva colección de joyas de la temporada. El señor Santana nos pidió que incluyéramos todas las tonalidades, para que usted elija la que más le guste.

Esmeralda contuvo el aliento al contemplarlas. Las piezas resplandecían bajo la luz, y si su memoria no fallaba, cada una de esas joyas llevaba un precio que rozaba las siete cifras.

-No, de verdad, no es necesario -respondió, agitando las manos con una mezcla de sorpresa y apuro, mientras sus ojos buscaban a Isaac-. Señor Santana, ¿qué significa todo esto?

-Es mi primera visita -respondió él con calma, como si aquello fuera lo más natural del mundo-. Solo traje algunas cosas que pensé que podrían servir.

Esmeralda esbozó una sonrisa tensa, atrapada entre la incredulidad y la gracia. ¿Así era como los ricos entendían un gesto de cortesía?

-¡Tía, mira este collar! -Araceli irrumpió en la escena, sus ojos brillantes de entusiasmo-. Es precioso, lo escogí para ti.

La pequeña alzó los brazos con ímpetu, pero al notar que no llegaba, tiró suavemente de la manga de Isaac.

-Tío, ayúdame a ponérselo a la tía, por favor.

-Clarorespondió él con una leve inclinación de cabeza, dispuesto a levantarse.

-No, espera, no hace falta -intervino Esmeralda rápidamente, deteniéndolo con un gesto.

Isaac y Araceli la observaron, sus rostros teñidos de desconcierto y un atisbo de decepción. Algo en esas miradas atravesó a Esmeralda, dejando un eco de vacío en su pecho. Suspiró,

cediendo con suavidad.

-Digo, como no puedes moverte con facilidad, mejor me agacho yo -aclaró, acercándose a la silla de ruedas y girándose para quedar de espaldas a él.

Al inclinarse, su corazón dio un vuelco inesperado. Una chispa de nerviosismo la recorrió, creciendo con cada instante, hasta que la cadena helada del collar rozó su nuca. Por un segundo, todo pareció detenerse.

-¿Ya está? -preguntó, con la voz apenas firme.

-Un momento, se enredó un poco en tu cabello -respondió Isaac, su tono sereno como una

caricia.

Tras unos instantes de delicada maniobra, él soltó la joya.

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Capítulo 68

-Listo.

Araceli aplaudió, radiante.

-¡Qué hermoso quedó! ¡Tía, te ves preciosa!

Esmeralda se incorporó con una sonrisa tímida. La casa, que hasta hace poco se sentía como un lienzo a medio pintar, ahora rebosaba calidez gracias a los regalos de Isaac.

Araceli, rebosante de alegría, comenzó a dar vueltas por el lugar.

-Tía, ¿puedo quedarme a vivir aquí? -preguntó, su voz cargada de ilusión.

-Claro, si te gusta, esta es tu casa -respondió Esmeralda con ternura.

La pequeña corrió de nuevo hacia Isaac, tirando de su mano.

-¿Y el tío también puede quedarse?

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