Capítulo 142
-Eres la madre de Thiago y no deseo recurrir a métodos extremos contigo -declaró André con voz firme, proyectando su habitual autoridad-. Pero si persistes en esta actitud irracional, no me responsabilices cuando deje de considerar la validez de nuestro matrimonio.
Sabrina contempló el rostro ensombrecido de aquel hombre que una vez había idealizado. En ⚫ lugar de doblegarse ante su amenaza, sus labios dibujaron una sonrisa serena, casi enigmática.
-Observa cómo reaccionas cada vez que menciono a Araceli, como si hubiera tocado una herida abierta -señaló con calculada tranquilidad-. André, la vida no te permite tenerlo todo
simultáneamente.
Los ojos de ella reflejaban una nueva determinación, la de quien ha despertado de un largo engaño.
-Si rechazas el divorcio, puedo aceptarlo bajo una condición innegociable: a partir de este momento, no volverás a ver ni contactar a Araceli nunca más, bajo ninguna circunstancia.
Sabrina entreabrió sus labios carmesí, pronunciando con claridad cortante cada palabra.
-Aunque la muerte la reclame, te quedará prohibido despedirte de ella.
La mirada oscura de André se estrechó peligrosamente mientras un destello gélido de hostilidad atravesaba sus pupilas.
-Sabrina, ¿realmente estás dispuesta a enfrentarme hasta las últimas consecuencias?
La respuesta llegó con una calma perturbadora, como agua mansa que oculta corrientes mortales.
-Parece que el señor Carvalho rechaza mi oferta. Si ese es tu camino, entonces cada uno utilizará sus propios recursos.
Con elegancia deliberada, rodeó su figura y se marchó sin mirar atrás.
Esta vez, André permaneció inmóvil, sin intentar detenerla.
Sabrina abandonó cualquier interés en los asuntos relacionados con el hospital de Thiago, y André tampoco volvió a comunicarse con ella.
Aproximadamente una semana después, cuando Romeo regresó de la escuela, se acercó a Sabrina con noticias inesperadas.
-Señorita Sabrina, hoy Thiago vino a la escuela acompañado por el señor Carvalho y esa mujer desagradable.
Sabrina se encontraba preparando la cena en la cocina. Al escuchar aquellas palabras, sus manos se detuvieron momentáneamente sobre los ingredientes.
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Capitulo 142
“Cuántas veces intenté sorprender a Thiago sugiriéndole a André que fuéramos juntos a llevarlo y recogerlo de la escuela.”
Siempre recibía la misma excusa: “No tengo tiempo, ve tú sola“. Una forma sutil de evitarla.
Desde que Thiago había iniciado su educación formal, André nunca la había acompañado ni
una sola vez.
Ahora, sin embargo, encontraba tiempo para ir con Araceli con desconcertante frecuencia.
“No era cuestión de agenda apretada; simplemente yo no era la persona que él deseaba a su lado.”
Durante las últimas semanas, había evitado estratégicamente las horas de entrada y salida escolar para no encontrarse con el incómodo trío familiar. Temiendo que Romeo pudiera sentirse abandonado, le había sugerido sutilmente si le molestaría que dejara de recogerlo por
un tiempo.
Para su sorpresa, el pequeño aceptó inmediatamente sin mostrar ni un ápice de inconformidad.
-Señorita Sabrina, puedo pedirle al chofer que me traslade -había respondido con madurez prematura-. Entre tus prácticas de piano y los cuidados que me brindas, ya tienes suficientes responsabilidades; también necesitas descansar.
La consideración natural de Romeo frecuentemente provocaba en Sabrina el pensamiento de cuán maravilloso sería tenerlo como hijo propio.
-Señorita Sabrina -Romeo interrumpió sus reflexiones, acercándose con expresión dubitativa pero esperanzada-. Este fin de semana la guardería organiza un festival de talentos… Papá está en viaje de negocios y probablemente no regrese a tiempo… ¿Podría acompañarme?
Sabrina bajó la mirada hacia aquellos ojos expectantes.
-¿De qué tipo de evento se trata exactamente?
-La maestra explicó que es una actividad donde los niños presentamos algún talento junto con nuestros padres -explicó Romeo-. Podemos tocar piano, cantar o bailar juntos.
Sus ojos se tornaron suplicantes, revelando una vulnerabilidad pocas veces mostrada.
-En la actividad anterior no participé y no afectó mi evaluación, pero si falto nuevamente a
esta…
El pequeño inclinó la cabeza con desaliento, incapaz de mantener la mirada.
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