Capítulo 288
-No es mucho, alrededor de tres mil millones, solo que…- Iván miró a André con inquietud, como si sopesara la conveniencia de continuar con su informe.
-Habla ordenó André, su voz convertida en un témpano.
-Investigué un poco y descubrí que la señora no solo dilapidó dinero con nuestros competidores, sino que también visitó a varios socios comerciales. Con estas empresas al menos podemos mantener la contabilidad transparente. El problema es que también frecuentó compañías con las que no nos conviene relacionarnos. No importa tanto que gaste, sino que podría interpretarse como si estuviéramos enviando algún tipo de señal amistosa. Si no manejamos esto con delicadeza, podría desencadenar complicaciones serias.
¿Quién osaría desairar a la señora Carvalho? Incluso los rivales más acérrimos evitaban enemistarse completamente con ella. Durante estas jornadas, Sabrina portaba consigo el acta matrimonial, presentándose como la señora Carvalho en sus expediciones de compras, y nadie se atrevía a negarle un trato preferencial. Finalmente había descubierto cómo explotar adecuadamente el prestigioso título que ostentaba.
Al escuchar el informe detallado de Iván, los ojos de Fabián se dilataron con asombro. Resultaba que Sabrina no solo lo había perjudicado a él, sino también a André.
-André, esa Sabrina está usando tu nombre para presumir por todos lados, ¡nomás está tratando de desprestigiarte!
No era necesario que Fabián lo expresara; André ya había comprendido que Sabrina actuaba deliberadamente, con plena conciencia de las consecuencias de sus actos. Se frotó las sienes, sintiendo que una migraña comenzaba a pulsar bajo su cráneo. Los problemas que Sabrina le había ocasionado no eran triviales. El dinero resultaba insignificante; lo verdaderamente preocupante eran las relaciones personales y profesionales que podrían deteriorarse.
Si enviaban a alguien para controlar a Sabrina, ella no dudaría en llamar a la policía alegando que la retenían contra su voluntad. Pero si continuaban sin intervenir, ¿qué catástrofe mayor podría desencadenar esta mujer impredecible?
La voz de Fabián resonó como un eco persistente.
-André, ya dentro de poco les tienen que aprobar el divorcio. Te digo, mejor terminen con este matrimonio de una vez, para que deje de desprestigiarte por todos lados. Cuando consigamos el medicamento para Araceli, podemos pensar en cómo lidiar con ella.
Un destello de malicia cruzó la mirada de Fabián.
-No tiene poder ni influencia, no creo que pueda contra nosotros. Aunque Gabriel la ayude, no creo que una divorciada con hijos pueda hacer que él arriesgue todo por ella. Con Jorge de nuestro lado, nadie puede vencernos aquí.
Los ojos de André permanecieron impenetrables, oscuros como pozos sin fondo. Sus dedos tamborileaban suavemente sobre la superficie pulida de la mesa, como si estuviera sopesando
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múltiples variables en una ecuación invisible. Tras un silencio que pareció prolongarse eternamente, finalmente habló:
-Vete por ahora, yo cubriré los gastos de Sabrina en el Grupo Guerrero.
Fabián intentó protestar alegando que no era necesario, pero al reflexionar sobre su precaria situación financiera, decidió permanecer en silencio.
Mientras exploraba tiendas junto a Daniela, Sabrina recibió inesperadamente una llamada de André.
-Sabrina, ya basta.
Ella continuó examinando las prendas expuestas frente a ella, señalando a la vendedora que esperaba atenta a sus indicaciones.
-Esta, esta, y también esta…
Después de seleccionar más de diez piezas, finalmente respondió:
-No sé de qué hablas.
-El día del divorcio, estaré puntual -la voz de André era gélida e implacable-. Mi paciencia tiene límites. Si en este tiempo intentas algo, ni pienses que voy a ser indulgente.
Sin esperar respuesta, André cortó la comunicación.
Sabrina contempló el teléfono silenciado con expresión pensativa. Daniela, notando su ensimismamiento después de la llamada, preguntó con curiosidad:
-¿Era el imbécil ese?
Sabrina asintió.
-¿Qué, ya no aguanta más? -inquirió Daniela.
-Sí, eso parece.
Daniela no pudo evitar mostrar su admiración levantando el pulgar.
-Sabrina, definitivamente sabes cómo tratarlo.
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