Capítulo 316
-Trescientos millones.
Fabián contempló a Sabrina con incredulidad reflejada en cada línea de su rostro, mientras sus cejas se arqueaban en una expresión de absoluta perplejidad.
-¿Está loca esta mujer?
Dirigió una mirada interrogante hacia André, buscando silenciosamente instrucciones sobre si debía continuar elevando la oferta en aquella vertiginosa espiral de cifras astronómicas. Los ojos de André, oscuros como pozos de tinta impenetrable, apenas revelaron su intención con un imperceptible asentimiento que solo Fabián pudo captar en medio de la tensión reinante.
-Tres mil quinientos millones -pronunció Fabián tras aclarar suavemente su garganta, sin atreverse a replicar la audacia de Sabrina de incrementar cien millones de un solo golpe.
-Cuatrocientos millones -respondió Sabrina sin vacilación, con la misma naturalidad con que alguien anuncia la hora.
La audiencia, inicialmente conmocionada por las cifras en juego, cayó en un silencio sepulcral que pesaba sobre la sala. Las miradas convergían hacia Sabrina como si contemplaran a una demente que había perdido todo contacto con la realidad y el valor del dinero. Nadie, ni siquiera entre los más acaudalados presentes, podría justificar semejante derroche desenfrenado.
El rostro de Araceli experimentó una sucesión de emociones contradictorias que transformaron su expresión varias veces en cuestión de segundos. La frustración se apoderaba de ella al ver cómo raramente encontraba algo que realmente despertara su interés, y ahora que lo había hallado, Sabrina parecía dispuesta a arrebatárselo a cualquier precio, por puro capricho
malicioso.
-Señorita Ibáñez, tenemos nuestras diferencias, pero ¿no cree que está yendo demasiado lejos al arruinar la subasta solo por un capricho?
Las miradas que los asistentes dirigían hacia Sabrina estaban cargadas de suspicacia y desconfianza. El precio había alcanzado niveles completamente irracionales que desafiaban toda lógica comercial. Además, ¿qué clase de capacidad económica sería necesaria para desembolsar cuatrocientos millones en un único movimiento? La mayoría dudaba seriamente que Sabrina dispusiera de semejante poder adquisitivo.
En cuanto a André, nadie cuestionaba su capacidad financiera, pero todos coincidían en que un hombre de sus negocios no cometería la insensatez de malgastar tal fortuna en un simple collar, por extraordinario que fuese.
El subastador parecía desconcertado ante el giro que había tomado el evento. Las subastas constituían transacciones formales y vinculantes; una puja ganadora que no se honrara o no pudiera respaldarse acarrearía graves consecuencias legales. Si los participantes ofrecieran cantidades sin intención de pagar o asumir responsabilidades, todo el sistema de subastas perdería su integridad fundamental.
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Capitulo 316
Un empleado se aproximó discretamente al subastador y murmuró algo en su oído con expresión preocupada. El subastador asintió levemente tras escuchar el mensaje confidencial. Momentos después, otro empleado se acercó directamente a Sabrina.
-Señorita, si confirma que estaba bromeando, podemos reiniciar esta subasta desde el
principio.
Era evidente que este empleado compartía el escepticismo general sobre la capacidad de Sabrina para comprometer tal cantidad en la adquisición de un collar. André podría permitírselo, pero esta mujer sentada discretamente en la cuarta fila, ciertamente no.
Antes de que Sabrina pudiera articular respuesta alguna, Fabián la señaló acusadoramente.
-¡Ella no puede pagar tanto, está subiendo el precio a propósito para causar problemas!
El empleado, tras escuchar esta acusación, adoptó una actitud más severa y formal.
-Señorita, por favor no continúe con esta broma.
Si no fuera porque había demostrado seriedad adquiriendo algunos lotes anteriores, no habrían sido tan considerados ni le habrían ofrecido esta segunda oportunidad para retractarse discretamente.
Sabrina esbozó una sonrisa serena que contrastaba con la tensión circundante.
-No estoy bromeando, quiero comprar este collar por cuatrocientos millones, ¿hay algún problema?
¿O tienen un límite en sus subastas y mi oferta es tan alta que está afectando el evento?
El empleado frunció el ceño mientras la analizaba con creciente incomodidad.
-Señorita, ¿está segura que no está bromeando?
La voz profunda y ligeramente indolente de Gabriel se elevó entre el murmullo general.
-Este empleado, al cuestionar si mi amiga puede pagar, ¿nos está menospreciando?
Si es así, deberían sacarnos para dar un ejemplo y mostrar su autoridad.
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