Capítulo 318
En esta ocasión fue André quien tomó la palabra, cortando el tenso silencio que se había instalado en la sala.
-Claro que puede–afirmó con voz templada.
Sus ojos permanecían fijos en los de Sabrina, aquellas pupilas oscuras que reflejaban la silueta de la mujer, escrutándola con una profundidad que parecía traspasar cualquier barrera.
-Ella no mintió. Todo lo que adquirió lo pagó con su propio dinero. Al fin y al cabo… -aunque se dirigía al resto, su mirada no abandonaba el rostro de Sabrina ni por un instante- tiene una fortuna de mil millones. Puede gastar como le plazca, obviamente.
Las largas pestañas de Sabrina se agitaron ligeramente, mientras su expresión mantenía aquella sonrisa sutil que no revelaba sus pensamientos.
-Entonces, señor Carvalho, ¿va a seguir subiendo su oferta? -preguntó sin alterar su compostura.
Los labios de André dibujaron una sonrisa gélida, contrastando con la intensidad helada que emanaba de sus ojos.
-La señorita Ibáñez derrocha dinero sin miramientos, determinada a ganar a cualquier precio.
Claramente me rindo ante usted.
Sabrina amplió ligeramente su sonrisa.
-Tengo un presupuesto de ochocientos millones. ¿No quiere seguir pujando, señor Carvalho? Podría hacerme gastar un poco de mi dinero.
-¿Y luego dejar de pujar para engañarnos? -replicó André con voz serena como un arroyo montañoso-. Si quieres comprarlo por ochocientos millones, puedes ofertar directamente esa cantidad. Así nadie competiría contigo.
-También busco una ganga -respondió Sabrina con naturalidad-. Si puedo conseguirlo por cuatrocientos millones, ¿quién querría pagar ochocientos? Mi dinero no cae del cielo. Si logro ahorrar cuatrocientos millones, tendré suficiente para disfrutar la vida.
Araceli finalmente comprendió que Sabrina realmente poseía una fortuna considerable. Hacía poco tiempo, incluso había amenazado a André y le había extorsionado mil millones. Lo que acababa de adquirir valía aproximadamente nueve mil millones, lo que significaba que aún conservaba más de ocho mil millones en su poder. Tenía todo el capital necesario para competir con ellos. Además, ¿quién podía asegurar que no inflaría el precio hasta cierto punto para luego retirarse, tal como había hecho con Fabián, aprovechándose descaradamente de ellos? Sabrina se atrevía a apostar, pero ellos no podían permitirse semejante lujo.
Mientras estas ideas cruzaban su mente, Araceli sintió unas ganas irrefrenables de destrozar a Sabrina. El collar de la madre de Sabrina había sido recuperado por ella. Y ahora, pretendía también llevarse su “Azul Profundo“.
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Capitulo 318
Percibiendo la mirada cargada de veneno que le dirigía Araceli, Sabrina se volvió hacia ella con calculada lentitud.
-¿Qué pasa, señorita? ¿También quiere aumentar su oferta?
Araceli esbozó una sonrisa forzada que apenas ocultaba su frustración.
-No, si a la señorita Ibáñez le gusta tanto, se lo dejo.
-Señorita, está equivocada -la corrigió Sabrina con firmeza-. Este collar no me lo está dejando; lo he ganado por mis propios méritos. Si no fuera así, no me lo deje. Compitamos justamente.
Araceli cerró los puños instintivamente, clavándose las uñas en las palmas sin sentir dolor alguno. Aquella maldita lo estaba haciendo deliberadamente, solo buscaba humillarla frente al todos los presentes. Un sabor metálico inundó su boca mientras mordía su lengua para
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