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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 379

Capítulo 379

El tiempo para la competencia de idiomas llegó rápidamente.

En esta ocasión, Hernán se enteró inesperadamente del evento en el jardín de niños y, con gran entusiasmo, decidió asistir.

-A mi edad, ya retirado, me encanta ver a los niños -dijo Hernán-. Ahora que tengo tiempo, quiero participar en todas las actividades del jardín de niños que pueda.

Al ver que Hernán había venido a apoyarlo, Romeo corrió hacia él y se lanzó a sus brazos.

-¡Hernán, usted también vino!

Hernán sonrió, acariciando la cabeza de Romeo. -Claro, tu abuelo no podía perderse tu competencia. Estoy aquí para animarte.

A pesar de su avanzada edad, Hernán tenía un espíritu juvenil que lo hacía llevársela muy bien con Romeo, y hasta jugaban juntos.

Gabriel, que observaba la escena, dejó escapar una mirada llena de emociones contradictorias. Al notar la atención de Gabriel, Hernán le devolvió la mirada, asintiendo ligeramente antes de volver a concentrarse en Romeo con preguntas amables y afectuosas.

Gabriel entrecerró los ojos, lleno de pensamientos. Hernán había percibido algo; quizás había descubierto la verdadera identidad de Gabriel. Sin embargo, ambos parecían haber llegado a un tácito acuerdo de no mencionarlo.

Desviando la mirada, Gabriel observó a Sabrina. Había escuchado a Romeo hablar mucho de ese Hernán, imaginando que se trataba simplemente de un viejo médico hábil. No fue hasta que lo conoció personalmente que descubrió que Hernán era nada más y nada menos que el fundador del Grupo Castaño, un hombre que, tras años de retiro, había caído en el olvido para

muchos.

Gabriel había reconocido a Hernán por mera casualidad. Nunca imaginó que Sabrina, sin darse cuenta, había entablado amistad con alguien tan influyente. Y al recordar a Marcelo Blanco, el amigo de la infancia de Sabrina, se preguntó también sobre su misterioso origen. En cuanto a Daniela, por el momento no había encontrado nada fuera de lo común en ella.

Gabriel observó a Sabrina, rodeada de Romeo, Hernán y Daniela, todos conversando y riendo. Sus ojos, teñidos por la noche, parecían cubrirse por una ligera niebla. Sabrina misma era alguien extraordinario, y las personas en su entorno no parecían ser menos.

En ese momento, una voz inoportuna resonó a lo lejos.

-Vaya, Gabriel, siendo el jefe de la familia Castillo, podrías encontrar a una dama de sociedad para ayudarte con el niño. ¿Por qué te conformas con alguien sin educación? Mira a sus amigos, o son mujeres con más músculos que cerebro, o viejos ridículos. ¿De verdad los quieres animando a tu hijo?

Las risas y conversaciones se interrumpieron de golpe. Sabrina y los demás miraron al intruso

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con calma, como si estuvieran viendo algo desagradable en el suelo. Daniela, que solia disfrutar discutiendo con Fabian, ahora ni siquiera tenia ganas de gastar palabras con él.

-Sabrina, aquí hay un olor horribledijo Daniela con desden- Vamos a otro lado a platicar

Sabrina asintió, sonriendo, mientras tomaba la mano de Romeo.

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