Capítulo 542
Sabrina había visto a través de sus favoritismos desde hacía tiempo, y no sentía gran conmoción al respecto. Para Martín, no había diferencias entre ellas; ambas eran sus hijas de sangre. Después de haber vivido con Eva tanto tiempo y haberla criado con esmero, no era difícil entender por qué la preferían a ella.
Eva había estado con ellos durante más de veinte años, mientras que Sabrina solo llevaba unos pocos años en sus vidas. No había punto de comparación.
El carro de Sabrina avanzaba bajo el manto de la noche. No iba demasiado rápido. Desde que tuvo un accidente automovilístico, rara vez conducía a alta velocidad. En el semáforo, justo cuando la luz roja cambiaba a verde, continuó su camino. Fue entonces cuando sus ojos se abrieron con sorpresa. Un peatón cruzaba la calle con la luz roja.
Sabrina, instintivamente, pisó con fuerza el freno. Sin embargo, ya era tarde; el carro impactó contra el peatón. Afortunadamente, no iba rápido y logró frenar de emergencia. Aun así, el sujeto quedó inconsciente tras el golpe.
Sabrina se apresuró a revisar la situación y llamó rápidamente a emergencias…
En el hospital, el médico salió de la sala de urgencias y se dirigió a Sabrina, quien esperaba afuera. -El paciente solo tiene una conmoción cerebral leve, está fuera de peligro y debería despertar pronto.
Sabrina respiró aliviada. Aunque el hombre había cruzado imprudentemente, no deseaba que sufriera daños graves. Después de platicar un poco con el médico, entró en la habitación del paciente.
El hombre yacía en la cama, aún dormido. Sabrina se acercó y solamente ahora, con más calma, pudo observar su rostro. Se quedó un momento perpleja. Era él, el mismo tipo que había visto no hace mucho en la fiesta de Hernán.
Sabrina se sentó en una silla cercana, esperando pacientemente a que despertara. Al cabo de unos treinta minutos, las largas pestañas del sujeto se movieron ligeramente antes de abrir los ojos.
Sabrina notó que había despertado y se acercó a él. -Ya despertaste, ¿cómo te sientes ahora?
El hombre, con una mirada confusa, movió sus ojos oscuros hacia ella. -¿Quién eres tú?
Su voz sonaba ronca y sus ojos aún no enfocaban bien. Parecía no comprender del todo la situación.
-Señor, lamento mucho haberlo atropellado -comenzó Sabrina-. Pero usted fue quien cruzó con la luz roja, así que la responsabilidad principal es suya. De todos modos, ya he pagado sus gastos médicos, no necesita preocuparse por eso. Si tiene alguna otra demanda, puede contactarme a través de la policía de tránsito.
Sabrina consideraba que era mejor dejar las cosas claras desde el principio. No quería
complicaciones si el tipo intentaba aprovecharse de la situación. Ya había informado a la policía y entregado una copia del video de la cámara del carro.
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