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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 589

Capítulo 589

El carro arrancó y, apenas avanzaron unos metros, André le preguntó a Sabrina:

-¿Vamos a casa o prefieres que te lleve al estudio?

-Al estudio -respondió Sabrina, sin dudar.

André asintió, girando el volante para tomar la ruta correcta.

Por el retrovisor, la observó un instante antes de hablar de nuevo.

-Te noto de malas, ¿te pasa algo?

Sabrina contestó con una indiferencia cortante, casi sarcástica.

-Eso no te incumbe. Mejor preocupate por la salud de Araceli. Si le da un ataque antes de su concierto, todo lo que has hecho por ella va a quedar en nada.

André captó perfectamente el tono burlón en sus palabras.

Mirando al frente, respondió con calma:

-Ayer le pedí a alguien que le hiciera otro chequeo completo a Araceli.

Sabrina giró la cabeza para mirarlo.

-¿Y? ¿Empeoró o mejoró?

André guardó silencio unos segundos antes de responder.

-El medicamento de Hernán Castaño sí le ha funcionado.

Sabrina dibujó una sonrisa desdeñosa.

-Entonces supongo que mejoró.

-Araceli se hace chequeos cada semana. Al principio ni siquiera creía que tuviera una enfermedad tan grave. Incluso busqué a médicos y equipos especializados para que la revisaran, pero todos llegaron a la misma conclusión -explicó André.

Sabrina entendió el mensaje oculto.

-¿O sea que piensas que Hernán me ayudó mintiéndote?

-No es eso -replicó André.

Sabrina soltó una risa cargada de ironía y ya no dijo más.

Sabía que no podía despertar a alguien que fingía dormir. Aunque le lanzara la verdad a la cara, él siempre encontraría una excusa para proteger a Araceli.

El silencio llenó el interior del carro.

Thiago, sentado atrás, miraba a Sabrina y luego a André, como si quisiera decir algo, pero no se

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atrevía.

Unos minutos después, la voz grave de André rompió la tensión.

-Sea que esté enferma de verdad o no, cuando termine el concierto, le voy a saldar todo lo que le debo.

Sabrina ni se inmutó. Ni una palabra salió de sus labios.

El carro siguió en dirección al estudio de Sabrina.

André abrió la boca varias veces, titubeando, pero al final se tragó las palabras.

Fue Thiago quien, de pronto, se animó a hablar.

-Mamá, ¿puedo ir a tu casa y quedarme contigo un tiempo?

Sabrina lo miró sorprendida.

-¿Por qué ahora quieres ir conmigo?

-Papá casi nunca está en casa. No me gusta estar soloAdemás, ya te extrañaba, mamá -confesó Thiago, bajando la voz.

En los ojos de Thiago, Sabrina vio ese viejo apego, tan familiar pero a la vez distante.

Ni recordaba cuándo fue la última vez que su hijo le había dicho que la extrañaba.

Sintió un retorcijón en el pecho, un dolor inesperado.

Había criado a Thiago ella sola. Cuando era pequeño, él se aferraba a sus brazos y lloraba al dejarlo en el preescolar.

Pero ahora, sin saber cómo, él se había ido alejando poco a poco.

Sabrina guardó silencio unos segundos antes de responder:

-Estoy organizando el concierto y la verdad es que no tengo tiempo para cuidarte ahora.

Thiago la miró, sorprendido y herido. Sus ojos se pusieron rojos de inmediato.

Hace apenas unos días, su mamá misma lo había invitado.

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