Capítulo 595
En ese momento, un joven atractivo escuchaba el reporte de su asistente sobre asuntos del trabajo.
Cuando Nicolás entró sin avisar, el joven frunció el ceño con molestia.
-¿Ni siquiera vas a tocar la puerta? ¿Dónde quedaron los modales?
Pero a Nicolás eso no le importó en lo más mínimo. Emocionado, se dirigió a Fidel Castaño:
-Tio, ila pintura que Eva tanto quería apareció en una subasta!
La vez pasada dijiste que, si sabíamos algo sobre esa pintura, te avisáramos de inmediato. ¿No me digas que ya se te olvidó?
Al escuchar el nombre de Eva, Fidel por fin mostró algo de reacción.
Su expresión se suavizó un poco.
-La próxima vez, no entres de esa forma tan impulsiva.
Nicolás respondió al aire, mientras le entregaba la carpeta con información a Fidel.
-Tío, mira, es esta pintura.
Fidel, en un principio, apenas le echó un vistazo. Pero en cuanto reconoció la imagen, su mirada se tornó sería.
-¿Esta es una foto de esa pintura?
Nicolás asintió.
-No me sorprende que a Eva le guste. Mira, yo ni entiendo de arte, pero cuando la vi por primera vez, me dejó impactado.
El problema es que, cuando salió a subasta, ni Eva ni yo trabajábamos todavía. La pieza alcanzó un precio altísimo y, la neta, no nos alcanzaba. Así que tuvimos que dejarlo pasar.
A pesar de eso, Eva nunca se olvidó de esa pintura. Cuando empezó a trabajar, mandó a varias personas a averiguar dónde había terminado, pero nunca recibió noticias.
Nicolás continuó:
-Me enteré que Ulises Hoyos, ese tipo, es un fanático de las obras famosas. Por eso se lleva tan bien con Eva, porque en su casa tiene un montón de cuadros y seguido la invita a platicar y analizar sus colecciones.
Al decir esto, se notaba un dejo de orgullo en el rostro de Nicolás.
-Aparte del violín, la otra gran pasión de Eva es la pintura. Sus cuadros comun
es ya valen más de un millón de pesos. Y algunos, hasta llegan a costar varios millones.
A Fidel, la verdad, todo eso del arte no le interesaba mucho. Si ponía atención era solo porque a Eva le gustaba.
Miró la foto que tenía frente a él y en su mirada se asomó algo de admiración.
-La pintura es bastante buena. Hace poco, Eva ganó el campeonato de carreras amateur y ni siquiera la he felicitado. Esta pintura servirá como mi regalo de celebración para ella.
Lo dijo con una seguridad que no dejaba lugar a dudas.
Nicolás soltó una carcajada.
-Tío, el nivel de Eva en las carreras ya le compite a los profesionales. ¿Viste cómo le ganó aquel piloto profesional? Se veía increíble. ¡Lástima que no lo pudiste ver en persona!
Una ligera sonrisa apareció en los ojos de Fidel.
-Vi el video, es muy talentosa.
Fidel solo tenía seis años más que Nicolás, y siempre se habían llevado muy bien desde pequeños.
En su infancia, Fidel también era un prodigio. En la escuela, siempre sacaba el primer lugar sin mucho esfuerzo. Además, era un piloto de carreras impresionante.
Así fue como Fidel y Eva se conocieron.
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