"Zacharias, eres un idiota", maldijo Shirley. Zacharias quedó atónito por unos momentos antes de reírse divertido. "Alguien parece decepcionado".
Shirley se levantó, lo empujó y regresó descalza a su habitación. Zacharias suspiró con cansancio. Sabía que era un imbécil. Coqueteó con ella, pero no pudo terminar el trabajo. No era como si no quisiera. No pudo ni tuvo el coraje de hacerlo. Cuanto más la amaba, más no se atrevía a tocarla. Él no quería lastimarla. Sin embargo, no podía negar que ella le resultaba tremendamente atractiva. Lo máximo que podía hacer para al menos aliviar su deseo era coquetear con ella. De lo contrario, algún día se volvería loco de necesidad.
Shirley se sintió renovada después del baño. Estaba acostada en su cama, con su mente ocupada en Zacharias. Su elegancia, su realeza, su seguridad al hablar, sus gestos imperturbables… Todo en él le resultaba atractivo. Al final, Shirley se dio cuenta de que era solo una mujer superficial que amaba a Zacharias por su apariencia y su ardiente cuerpo.
Alguien más tampoco se sentía bien esa noche. Imogen. Regresó a su habitación, hirviendo a fuego lento y cociéndose por las escenas que vio antes. Todo lo que disfrutaba Shirley contrastaba marcadamente con su vida. Zacharias amaba a Shirley más que a todo. La sostuvo en sus brazos con tanta suavidad, sin importarle la opinión del mundo. Sólo tenía ojos para Shirley.
Ella ya tiene una buena familia y poderosos seguidores. ¿Por qué Dios le da además un hombre perfecto? ¿No puede tener al menos un defecto? ¿Dios siquiera le cerró una ventana? ¿Por qué no puedo tener algo de su buena suerte? Dios es tan tacaño.
Un mensaje apareció en la pantalla de Imogen. Cogió su computadora portátil y revisó el texto. Era de su amiga mafiosa. Me preguntaron: “Nora, aquí nos hemos quedado sin trabajo”. ¿Tienes algo para nosotros? Si es bueno, podemos dividir el botín contigo al cincuenta por ciento.
Imogen se quedó mirando el mensaje, algo sorprendida. Entonces, tuvo la idea perfecta. Ella se burló mientras enviaba un mensaje de texto: "Tengo justo lo que necesitas". ¡Pero me pregunto si tienes las agallas para aceptarlo!
Comments
The readers' comments on the novel: ¿Tuvimos un hijo