Capítulo 202
-Tomen esto, Romeo, Sabrina.
Sabrina recibió el helado con una sonrisa cálida mientras agradecía el gesto.
–Últimamente he comido tantos postres que me preocupa engordar.
Gabriel mordió la corteza crujiente del cono y la observó con expresión despreocupada.
-Las mujeres se ven mejor con algo de carne. Tan flacas como esqueletos no lucen bien.
Romeo dirigió su mirada curiosa hacia Sabrina mientras sostenía su helado.
-¿Antes no comía postres, señorita Sabrina?
-Casi no los probaba después de tener a mi hijo.
Romeo permaneció en silencio por un instante, procesando aquella información que parecía revelarle un secreto.
—¿Es porque Thiago no tolera la lactosa que usted dejó de comerlos?
Sabrina confirmó con un movimiento de cabeza, su rostro revelando una mezcla de nostalgia y resignación.
Gabriel pareció sumergirse en reflexiones profundas mientras contemplaba a Sabrina.
-¿Te has sacrificado tanto durante estos años? Llevas cinco casada con André y apuesto a que ni siquiera él sabe lo que te gusta comer.
A Sabrina le fascinan las comidas picantes, prácticamente no puede vivir sin ellas. Sin embargo, todos estos años ha preparado exclusivamente platillos suaves por consideración a André y Thiago.
-Si le prohíbo ciertas comidas a Thiago, debo predicar con el ejemplo. ¿Con qué autoridad le pediría que no las consuma si yo misma lo hago?
Romeo, mostrando una sabiduría impropia de su edad, intervino con tono firme pero gentil.
-Conmigo puede comer lo que quiera, señorita Sabrina. No se preocupe, lo que usted no quiera que pruebe, no lo tocaré.
-Hipócrita -murmuró Thiago con desprecio desde su escondite.
Mientras observaba a los tres disfrutar de sus helados, Thiago desvió la mirada hacia el puesto cercano y tragó saliva involuntariamente. También deseaba probar uno… pero su intolerancia a la lactosa le impedía darse ese gusto sin consecuencias para su salud.
“Mejor no comer nada“, se dijo con determinación forzada.
“La señora Vargas mencionó que los helados actuales contienen diversos aditivos y quizás no tengan los componentes que me causan malestar“, reflexionó con tentación creciente. “Si
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comiera solo una pequeña porción, probablemente no habría problema, ¿verdad?”
“No, no puedo. Mamá le prohibió ciertas cosas a Romeo y él obedeció sin protestar. Debo demostrar mayor fortaleza que él. No puedo perder ante Romeo, no precisamente ante él.”
A pesar de que la boca se le hacía agua contemplando los helados a la distancia, Thiago finalmente dominó su antojo con amarga resignación.
-¡Señor, ha ocurrido algo terrible! ¡Su hijo ha desaparecido!
La mansión Carvalho se sumergió en un caos absoluto. Belén apenas se había ausentado para preparar un postre de frutas cuando Thiago se esfumó sin dejar rastro.
Ella y el resto del personal recorrieron cada rincón de la propiedad sin encontrar al niño. Sin atreverse a ocultar la situación, Belén contactó inmediatamente a André.
En plena reunión, André recibió la llamada que transformó su semblante en una máscara de preocupación.
-¿Qué sucedió? ¿Cómo pudo Thiago desaparecer repentinamente?
La voz de Belén temblaba con un evidente matiz de llanto contenido.
-No lo sé, Thiago pidió un postre de frutas. Cuando regresé con él, ya no estaba.
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