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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 209

Capítulo 209

Sabrina nunca imaginó que Fernanda realmente llamaría a la policía. Al girarse, se encontró con la mirada satisfecha de la mujer, quien permanecía erguida con una expresión de triunfo plasmada en su rostro. Sabrina dirigió entonces su atención hacia Luana, escudriñando su semblante con una intensidad inquisitiva.

-¿No intentaste detenerla?

-Yoyo tampoco pude detenerla -respondió Luana, su voz revelando una vacilación apenas contenida.

Desde que había presenciado cómo Sabrina derrotaba a Araceli, los sentimientos de Luana hacia ella se habían transformado en un complejo entramado de emociones contradictorias. Resulta que su cuñada no era la mujer inútil que había imaginado; era, sorprendentemente, una persona de considerable temple y capacidad. Quién lo diríaposeía un carácter verdaderamente admirable. Inicialmente, Luana consideraba a Araceli más apropiada para su hermano. A pesar de cierta reputación cuestionable, Araceli indudablemente poseía un talento genuino. De otro modo, ¿cómo podría haber sido el amor verdadero de André? ¿Cómo podría seguir ocupando un lugar tan prominente en sus recuerdos? Luana, al igual que su hermano, sentía predilección por mujeres con sensibilidad artística. Aunque ella misma había intentado cultivarse en música, ajedrez y pintura, carecía del talento innato necesario para destacar en cualquiera de estas disciplinas.

Fernanda dejó escapar una risa cargada de sarcasmo.

-¿Qué pasa, ahora tienes miedo? Ya es tarde. Ve a pensar en tus errores a la cárcel. Qué importa si tocas bien el violín, ¿quién querría a una mujer con antecedentes penales?

Sabrina permaneció en silencio un instante, su mirada penetrante finalmente recayendo en

André.

-Ella ya es mayor y no razona bien, ¿ustedes tampoco? ¿Cómo la dejan hacer algo tan tonto?

André había permanecido junto a Thiago durante sus exámenes médicos. Asumía que las amenazas de Fernanda eran meras palabras al viento, ignorando que realmente había contactado a las autoridades. Su rostro se contrajo en un gesto de desaprobación.

-Mamá, ¿cómo pudiste llamar a la policía?

Fernanda lo interrumpió bruscamente.

-André, no te metas en esto. Si no paga por lo que hizo mal, ¿quién sabe cómo puede influir en mi nieto la próxima vez?

-Realmente es tonta y no lo entiende -murmuró Sabrina con frialdad, volviéndose hacia el oficial.

-Lo siento, este niño salió de casa por su cuenta, no lo secuestré. Además

Sabrina hizo una pausa estratégica antes de continuar con voz firme.

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-Él es mi hijo, ¿cómo puede una madre secuestrar a su propio hijo?

El rostro del policía reflejó sorpresa.

-¿Qué? ¿Eres la madre del niño?

Sabrina asintió con determinación.

-¿Biológica? -insistió el oficial.

-Si.

El policía frunció el ceño, evidentemente encontrando la situación difícil de creer.

-Por favor, señorita, muéstreme su identificación.

-Claro -Sabrina extrajo su documento y lo entregó con calma al oficial.

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