Capítulo 504
Si la actuación salía mal, quedaría claro que Sabrina no estaba a la altura.
Sin embargo…
La familia Ramos también iba a asistir a la fiesta.
Hernán no tenía idea de que Sabrina era la hija de la familia Ramos.
Y los Ramos, al ver a la hija que habían echado de casa, no solo no había caído en desgracia, sino que vivía una vida tan impresionante, ¿qué expresión tendrían?
Gabriel no era como Sabrina y Daniela Blasco, quienes no sabían nada del espectáculo.
Por eso, al conocer el horario de la presentación, Gabriel le pidió a Hernán una invitación para evitar que ocurriera algo como lo que acababa de pasar.
Apenas se alejó del grupo de André, alguien vio a Gabriel, sus ojos se iluminaron, y se acercó con entusiasmo.
-¡Señor Castillo! ¡Qué sorpresa verlo aquí!
Sabrina echó un vistazo y se dio cuenta de que era un socio de Gabriel.
-Señor Castillo, si tiene algo que atender, hágalo. Yo iré a prepararme al backstage -dijo Sabrina.
Gabriel asintió levemente. -Iré a buscarlos en un rato. Si ocurre algo, llámame.
-De acuerdo.
Sabrina se dirigió hacia el backstage.
Miró la hora; solo quedaban treinta minutos para el espectáculo.
Como solo ellos iban a participar en la presentación, el pasillo que conducía al backstage estaba muy tranquilo.
Desde una habitación, se escuchaba débilmente el sonido del violín de Romeo Castillo.
Recordó el estado de su compañero y una sombra de preocupación cruzó su mente.
Tenía la sensación de que Marcelo Blanco no estaba distraído solo por lo que había pasado la última vez.
Parecía que algo más le había ocurrido.
Sabrina y Marcelo habían crecido juntos, y siempre lo había visto como un hermano mayor.
Marcelo ocupaba un lugar más importante en su corazón que sus tres hermanos de sangre.
Sumida en sus pensamientos, Sabrina chocó accidentalmente con alguien.
-Lo siento -se disculpó instintivamente.
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Capítulo 504
Sin embargo, la persona no respondió.
El ambiente a su alrededor se volvió extraño.
Sabrina sintió que algo no estaba bien y levantó la mirada lentamente.
Un rostro de rasgos marcados y mezcla de razas apareció ante sus ojos.
El hombre tenía facciones profundas, una nariz prominente, y un pendiente de diamante en su oreja que brillaba bajo las luces, añadiendo un toque salvaje y despreocupado a su ya impresionante apariencia.
Las pupilas de Sabrina se contrajeron de golpe.
Ese rostro, lo reconocería aunque se desvaneciera en el polvo.
La persona frente a ella era Nicolás Rangel, quien se había acercado a ella deliberadamente solo para humillarla después sin piedad.
La mirada de Sabrina se volvió cada vez más distante y cortante.
Al ver a Sabrina, Nicolás también mostró algo de sorpresa en sus ojos.
-¿Qué haces aquí?
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