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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 517

Capítulo 517

El corazón de Araceli latía con fuerza, como si algo la estuviera asfixiando. Siempre había pensado que Hernán era solo un charlatán sin importancia. Sin embargo, nunca se imaginó que sus habilidades médicas fueran tan impresionantes. Eso significaba que Hernán probablemente ya sabía que ella estaba fingiendo su enfermedad.

Incluso Araceli, con su habitual lentitud para reaccionar, se dio cuenta en ese momento de que Hernán la había estado burlando desde el principio. Y Sabrina, probablemente también estaba al tanto de que ella no tenía ninguna enfermedad. La razón por la que Sabrina no la había desenmascarado y, en cambio, había jugado junto con ella, era para poder obtener esos mil millones de André.

Si Hernán fuera un tipo sin poder ni influencia, André podría no haber creído en sus palabras. Pero Hernán era el fundador del Grupo Castaño. Lo que él decíaAndré probablemente lo creería. ¡Estaba a punto de ser descubierta!

Araceli miró de reojo a André y notó que él también estaba sorprendido. Su corazón latía desbocado, y la ansiedad la envolvía por completo. Rápidamente, pensó en Sebastián Fonseca. , todavía tenía a Sebastián para ayudarla. Él le había dicho que vendría a Cartagena.

Aprovechando que la atención de André estaba en el escenario, Araceli rápidamente le mandó un mensaje a Sebastián. En el pasillo, Sebastián recibió el mensaje de Araceli, levantando ligeramente sus cejas elegantes. Con un movimiento sutil de sus largos y blancos dedos, respondió con un mensaje:

[No te preocupes, me encargaré de este problema.]

Al recibir la promesa de Sebastián, Araceli suspiró con alivio. Pero aún estaba un poco inquieta. [¿Cómo piensas solucionarlo?] preguntó.

Sebastián respondió: [Ven al pasillo.]

Araceli se sorprendió un poco y miró a su alrededor. ¿Sebastián ya estaba ahí? ¿Por qué no lo había visto antes? En voz baja, dijo: -André, voy al baño.

La atención de André seguía centrada en el escenario, así que asintió distraídamente.

-Mmhmm.

Pronto, Araceli llegó al pasillo. Un hombre de figura esbelta estaba apoyado despreocupadamente en el alféizar de la ventana. Aunque su postura era relajada, irradiaba una elegancia y nobleza inconfundibles. Al verla, sus ojos, tan claros como piedras preciosas negras, se posaron en ella con una ligera sonrisa.

-Araceli, cuánto tiempo sin vernos -dijo él, con una voz clara y melodiosa, tan suave como la brisa.

Cualquiera que no lo conociera pensaría que era un joven alegre y optimista. -Sebastián-empezó Araceli, ansiosa por hablar, pero Sebastián levantó una mano, indicando que

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guardara silencio y señalando hacia la dirección del salón.

-Hablemos en otro lugar.

Araceli se tensó, preocupada por que alguien los escuchara, y rápidamente cerró la boca.

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