Capítulo 529
-¿Quién eres tú? -preguntó Sabrina de repente.
Julio se quedó perplejo, pensando que Sabrina no conocía su identidad.
Justo cuando iba a hablar, Sabrina continuó:
-¿Por qué debería escucharte?
Julio comprendió entonces que Sabrina no ignoraba quién era él, sino que lo desafiaba intencionalmente.
Una sonrisa burlona asomó en las comisuras de los labios de Julio.
-Sabrina, no creas que porque te ganaste al viejo y a Carolina, yo no puedo contigo.
No era de extrañar que Nicolás la detestara tanto; esta mujer, en verdad, sabía cómo hacerse detestar.
Sabrina sonrió ligeramente, respondiendo sin rodeos.
-Si realmente pudieras hacerme algo, ¿por qué me dirías todo esto? ¿Por qué no vas directamente con Hernán y Carolina para desenmascararme? ¿No es eso lo que quieres?
Ella odiaba a los tipos traicioneros, especialmente a aquellos como Julio, que no recordaban favores.
André podía ser un desgraciado, pero al menos era claro en su desgracia.
Julio, por otro lado, era distinto.
Era exactamente como esos sujetos de los que hablaban en línea, que primero cortaban con su interés amoroso una vez que se sentían seguros.
Era incluso más despreciable que André.
Julio frunció el ceño. No era particularmente bueno para discutir, así que se quedó sin palabras, pero sus ojos reflejaban una mirada cortante y punzante.
Ambos caminaron en silencio hasta llegar a la puerta de la sala de descanso de Hernán.
Al entrar, encontraron la habitación llena de gente.
Nicolás ya había sido atendido; su cabeza estaba envuelta en una venda blanca.
En ese momento, Eva estaba a su lado, preguntando por su bienestar.
-Nico, ¿estás seguro de que no necesitas ir al hospital?
El rostro de Nicolás, de facciones marcadas, mostraba un leve matiz de palidez.
-No es necesario -respondió sin darle importancia.
Federico y Martín también estaban allí, con caras serias, sentados en unas sillas.
Capitulo 529
Para sorpresa de Sabrina, además de ellos, había un hombre de mediana edad sentado al lado
de Hernán.
Los ojos de Sabrina se movieron con curiosidad.
Marcelo y este hombre tenían un parecido notable.
¿Podría ser el padre de Marcelo?
Sabrina y Marcelo eran amigos de toda la vida, sin secretos entre ellos.
Sabía que Marcelo había crecido solo con su madre, sin un padre.
La madre de Marcelo le había dicho que lo había criado sola y que su padre no sabía de su existencia porque ella había decidido no interferir en su vida.
Marcelo siempre recordaba eso y nunca había buscado a su padre biológico.
Una vez, Sabrina le preguntó a Marcelo si odiaba a su padre.
Marcelo respondió:
-No lo odio, fue la elección de mi madre, no tiene nada que ver con él.
Ahora, viendo al hombre de mediana edad, Sabrina no pudo evitar observarlo más detenidamente.
El hombre emanaba un aire de elegancia y sofisticación. Aunque ya no era joven, su encanto no había disminuido, proyectando una madurez y presencia que los hombres jóvenes no tenían.
Parecía notar la mirada de Sabrina, y levantó los ojos para mirarla, esbozando una sonrisa
amable y amistosa.
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