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La Guerra de una Madre Traicionada novel Chapter 576

Capítulo 576

Araceli notó un leve cambio en su mirada, pero sus ojos seguían fijos en los pendientes de Eva.

-Señorita Ramos, ¿puedo quitármelos para verlos más de cerca?

Esta solicitud era bastante descortés, pero Araceli ya no se preocupaba por eso.

Eva miró a André, y al ver que él no se oponía, sonrió levemente.

-Claro que sí.

Se quitó los pendientes y se los entregó a Araceli.

Araceli inspeccionó detenidamente los pendientes.

El diseño de estos pendientes era muy elaborado.

El colgante estaba hecho de jade, tallado con patrones intrincados, y aunque los dos pendientes no eran exactamente iguales, sus diseños eran simétricos.

En ese momento, Araceli se sintió extremadamente aliviada de no haber falsificado nada.

Desde que Sebastián le mostró los pendientes, supo que no eran piezas comunes.

Solo el jade de estos pendientes ya valía una fortuna.

La precisión en la artesanía era incomparable, imposible de replicar.

Araceli observó los pendientes en su mano.

Eran idénticos a los que Sebastián le había dado.

Este tipo de pendientes, probablemente solo una señorita adinerada como Eva podría permitirse usarlos.

¿Será que Eva perdió uno de estos pendientes?

-Señorita Ramos, perdone la indiscreción, pero ¿cuántos pares de estos pendientes tiene?

Eva respondió:

-Solo tengo este par.

Araceli continuó:

-Señorita Ramos, ¿alguna vez ha perdido uno de sus pendientes?

Eva la miró y contestó:

-No.

Araceli, a regañadientes, devolvió los pendientes a Eva.

En verdad deseaba tener esos pendientes.

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Pero Eva no era Sabrina; no podía simplemente arrebatarle lo que quisiera.

Eva no necesitaba dinero, y esos pendientes eran un regalo de cumpleaños de su padre.

Araceli sabía que no podría tenerlos y mucho menos pedirle a Eva que se los diera.

Solo podía asegurarse de que Eva no fuera la persona que había perdido los pendientes.

Por suerte, aunque ella tenía los pendientes, no era esa persona

Sabrina pronto volvió a sus ensayos de piano.

Con el concierto a la vuelta de la esquina, Sabrina no tenía tiempo que perder en asuntos triviales.

Ese día, estaba tocando Noche Estrelladajunto a Carolina.

Daniela regresó después de ir a comprar comida.

-¡Dejen de practicar, es hora de almorzar!

Carolina se giró y le hizo un gesto a Daniela para que bajara la voz.

Señaló hacia una esquina del salón de ensayo.

Daniela miró en esa dirección y vio que Sebastián estaba dormido en el sofá.

Daniela abrió los ojos de par en par.

-¿Otra vez se quedó dormido? ¡Vaya! ¿Cómo es posible que siempre se duerma cuando empiezan a tocar? ¿Acaso pasa la noche jugando videojuegos? ¿A qué hora se habrá dormido? Sabrina comentó:

-No creo que sea por jugar videojuegos. El médico dijo que tiene insomnio, probablemente no puede dormir bien por las noches.

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