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La Heredera Perdida Nunca Perdona novel Chapter 267

Capítulo 267 Nuestro hogar

Sierra lo miró. “Si quieres hablar, te escucharé”.

Si no lo hiciera, ella no presionaría.

Johnathan esbozó una leve sonrisa. Claro que diría eso. Cada parte de ella lo golpeó directo al corazón.

Hoy es mi cumpleaños. Nunca lo celebro… porque mi madre murió ese día. Se cayó del techo del hospital. Justo delante de mí. Lo vi todo.

Sierra le apretó la mano con más fuerza. No dijo nada; no había nada que decir. Simplemente lo abrazó.

Desde que tengo memoria, ella estaba… destrozada. A veces bien, a veces completamente rota. En aquel entonces, no lo entendía. No hasta después de su muerte. Poco después, mi padre trajo a otra mujer a casa. Su esposa actual, que solía ser la mejor amiga de mi madre. ¿Mi medio hermano? Solo ocho años menor que yo. Ese día, mi madre tuvo otro episodio. La llevaron de urgencia al hospital. Lo llamé una y otra vez, pero nunca contestó. Entonces se cayó. Y lo vi salir corriendo de otra parte del hospital. Resulta que estuvo allí todo el tiempo. Con ellos. Porque su otro hijo tenía fiebre.

Johnathan lo dijo simplemente, como si fuera un simple informe.

Ni siquiera su abuelo supo que su padre había estado en ese hospital.

Pero lo recordaba todo: el pánico en el rostro de Chase, la conmoción, el arrepentimiento cuando vio a su hijo allí parado.

A Sierra se le encogió el pecho. No se había imaginado que la verdad sería tan terrible.

Ella no intentó consolarlo. Simplemente lo abrazó.

Así que incluso alguien como Johnathan –cálido, sereno, confiable– tuvo este tipo de pasado.

Se abrazaron sin decir palabra.

Después de un largo rato, Sierra finalmente se retiró.

—Te compré algo —dijo en voz baja—. Sé que no celebras tu cumpleaños, pero aun así quería dártelo. ¿Quieres verlo?

Johnathan asintió. “Sí.”

“Entonces vámonos a casa.”

(

Ella tomó su mano y lo condujo afuera.

Resulta que ella no era la única sin hogar. Johnathan tampoco lo tenía.

Eran iguales.

De vuelta en su apartamento, el ambiente se suavizó. Aunque no llevaban mucho tiempo viviendo allí, el lugar se sentía como un hogar; cada rincón tenía su huella.

Sierra no se apresuró a sacar el regalo. Primero, agarró el botiquín de primeros auxilios.

Johnathan no había usado guantes antes. Tenía las manos destrozadas: los nudillos en carne viva y sangrando.

Ella limpió y desinfectó cuidadosamente sus manos, y su propio rostro se retorció al verlo.

“¿No te duele?” preguntó ella haciendo una mueca de dolor.

“No es nada.”

Lo decía en serio. Eran solo heridas superficiales. Comparado con todo lo que había pasado —misiones mercenarias, deportes extremos, extremidades rotas— esto no era nada.

Pero no lo dijo en voz alta. Ella ya parecía muy preocupada. No quería añadir más.

Por primera vez Lohnathan sintió que no quería que nadie sufriera por él. Ni siquiera un poquito.

12:44 p. m. O

Capítulo 267 Nuestro hogar

Una vez que terminó de vendarlo, Sierra finalmente sacó el regalo.

Johnathan parpadeó. “¿Qué es esto?

Era una pequeña casa modelo, sellada bajo un cristal: una réplica exacta del lugar donde vivían.

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