Capítulo 662
Capítulo 662
—Mamá, yo te voy a estar apoyando, ¿sí? -dijo él de inmediato, con una determinación que le brotaba desde el fondo.
Sabrina solo asintió, ni con entusiasmo ni con desdén, en una respuesta que no dejaba ver ni cercanía ni distancia.
Apenas Sabrina se fue, André dirigió por fin la mirada hacia Hache. Ya lo tenía en la mira desde hacía rato.
Aunque Hache no había dicho palabra y se mantenía en las sombras, su presenciagra imposible de ignorar. Tenía algo en el porte, en la forma en la que se paraba, que lo hacía destacar aunque intentara pasar desapercibido.
André se acercó, deteniéndose justo frente a él. Lo escrutó de arriba abajo, su mirada ejercía una presión tan fuerte que cualquiera se habría sentido intimidado.
-¿Y tú quién eres?
Lo había visto un par de veces antes, pero nunca le prestó atención. No creía que Sabrina se fijara en alguien que pareciera tan frágil y delicado.
Sin embargo, entre más lo veía junto a Sabrina, más empezaba a molestarlo. Ni siquiera Gabriel, con toda la confianza que le tenía Sabrina, andaba pegado a ella todo el tiempo.
Pero este tipo… cada vez que coincidía con Sabrina, ahí estaba él, como si su sombra lo persiguiera. La vez de la subasta, bueno, había sido una reunión grande, era comprensible. Pero ahora que Sabrina iba a competir, ¿y solo lo llevó a él?
André lo miró con más atención. Si Sabrina lo tenía tan cerca, por algo debía ser.
No sabía por qué, pero sentía que este hombre que había aparecido de la nada tenía un propósito oculto. De esos que no se
cuentan ni a los más cercanos.
Cualquier otro ya habría salido corriendo ante el aura dominante de André. Hache, en cambio, no perdió la sonrisa. Se mantuvo tranquilo, como si nada.
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-Me llamo Hache, en este momento soy el guardaespaldas y asistente de la señorita Ibáñez -respondió, con una calma que descolocó a André-. Ya sabes, con tanta popularidad, la señorita Ibáñez atrae problemas, siempre hay alguien queriendo meterse con ella o poner en riesgo su seguridad.
Sonrió de manera enigmática y agregó:
-Sobre todo el buen Fabián, amigo fiel del señor Carvalho, que anda siempre tras ella. Ahora que la señorita Ibáñez tiene el concierto a la vuelta de la esquina y se está preparando para una competencia importante, imagina que le pase algo… no sería nada bueno.
Hache lo había dicho tan claro que André no encontró cómo rebatirlo.
André lo miró fijo, la voz le salió seca, como quien lanza una advertencia velada.
-¿Sabrina no te ha dicho que un buen asistente sabe cuándo callar? Hay cosas en las que es mejor no meterse. Las palabras pueden ser peligrosas. No vaya siendo que un día no entiendas ni cómo acabaste mal.
Sebastián Fonseca (así lo llamaban algunos), soltó una sonrisa tranquila.
-Si termino mal, será porque no fui lo suficientemente hábil. Pero, la neta, no es tan fácil deshacerse de mí. Al final de
cuentas…
Bajó un poco la voz, pero cada palabra era un golpe certero.
-Ahora soy parte del círculo de la señorita Ibáñez. Ella protege a los suyos con uñas y dientes. Créame, no dejaría que nadie me hiciera daño.
Aunque su expresión seguía relajada, sus palabras tenían un dejo de provocación.
-Ni siquiera el señor Carvalho podría hacerlo, ¿no cree?
Apenas terminó de hablar, el rostro de André se endureció, y hasta a Jorge se le notó el cambio en la expresión. El tal Hache, aunque solo era un asistente, hablaba con una seguridad que no era normal. Algo tenía en la manga, seguro.
¿Será que Sabrina lo trataba de manera especial? No era imposible.
De lo contrario, ¿por qué ella elegiría a un hombre como asistente? Y encima, con ese atractivo tan llamativo.
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